¿De quién es la poesía?

¿Son estos versos realmente míos?
A veces los llamo y no responden;
A veces sin invitación se muestran.
Quiero saber donde se guardan,
¿Por qué como ladrones llegan?

¿Vienen cuando me acuesto para despedirse?,
O ¿se presentan para saludar al poeta?,
pues suya la capacidad de gritar con letras,
Y mías las ventanas, por donde se revela.

Deuda

¿Quién es el padre de este beso?

Si ella cree robar, aquello que da.
Buscando escapar de su soledad,
ignora que se perderá en la mía.

Corte

Te amo como se aman,
la última gota de sangre y el cuchillo.
Mientras fornican en ti, para después…
Decirse adiós.

Abismo

De la eternidad prometida
Por mi mortal pecho.

Del dios parido por tu ausencia
En el silencio donde existimos.

Y de lo que habita en mí, cuando estoy vacio;
Guardo pedazos, que serán siempre tuyos;
Pero nunca míos.

Cerco

Esta noche soñare
Una mañana desparramada
De bostezos y
En ella ambos flotaremos
Sin necesitar al viento.

Dirás que soy el amor,
Y yo reconoceré en ti a la vida.
La eternidad, ya no será mujer
solo del tiempo,

Sera nuestra.

Amor propio

No sé explicarlo:
Al estar enamorado;
Me siento solo.
Y al estar solo,
me enamoro de mí.

Distancia

Te veo allí, de pie, hecha Tú; mientras
Al otro lado, aquí, intento hacerme Yo.
Vivimos en el espacio entre Ambos,
Jugando a querer tocarnos;
Tocándonos sin desear hacerlo.

Desorden

Perderte es amarte sin tocarte.
Sin tocarte, amar es malgastarse
¿Malgastarme, por perderte?
o escoger donarte a este cuchillo
que sin dormir sueña con carne.

Verlo ser tu último amante.
Envidiar el amor… entre su filo y tu sangre.